\"cuando los profetas hablaron, las naciones se conmovieron, y el cielo arrojó fuego contra los ídolos de los corazones mortales.\"
Se ha dicho con poder:
invocando palabras al viento,
y se transfiguraron liberadas,
cual palomas flamígeras sagradas.
La falaz boca del mentiroso
se alzó para atraparlas,
como mano serpentina sin alas.
La verdad no le muestra su hogar
a la mentira que la escarnece.
Cuando el justo predica y habla,
el perverso airado clama silencio.
¿Qué es la verdad?
Afilan sus colmillos los leones;
con altivez, devoran al manso,
voraces se relamen las fauces:
la sangre aún tibia del humilde.
Un festín que conmemora la ignorancia;
preguntas maquilladas ante el espejo,
de una vanidad enmascarada,
de la fealdad sutil y oculta,
de su rechazo…
El asesino de sus almas.
¿Cuál verdad?
Réplica refractada en agua turbia;
citan a quienes intoxican el arte.
No existen dos dioses, dos verdades,
cual quimera bicéfala aberrante,
gobernando sin fractura ni final,
en el mismo trono todopoderoso.
El olimpo se quiebra en pedazos.
Los ídolos caen desde lo alto
desde tronos fabricados de oropel.
Brahma no se sostuvo, ni su ilusion.
Ishtar arrojada descendió al foso.
El dios sol muere en el ocaso,
la diosa luna fallece al amanecer;
mas solo uno permanece,
Dios del día y la noche,
y todo lo que existe, ¡Por gloria a Él!
No se puede ser dios, y dejar de ser.
Millares fragmentados como cristal,
su reinado termina donde el otro inicia.
Dios en su trono, soberano absoluto,
donde el otro no es, Él siempre es
¡La verdad! única, en su reino sin fin.
¡Loor al Señor!
Airoso surge de toda batalla,
El Shaddai reina en su mandato trino.
Su amor eterno y misericordia
relucen como relámpago y trueno.
Su majestad rija los corazones
¡Loor al Señor!
Todo lo que respira lo alaba
desde el viviente microcosmos,
hasta el Behemoth y el Leviatán
del macrocosmos en esplendor.
Halleluya.
YHWH.