Una vez me marqué el objetivo
de pasarme un año entero
sin hacer nada.
Al cabo del año tenía las pelotas
como 2 higos chumbos
de tanto rascármelas.
Desde entonces decidí dejar
de marcarme metas en la vida.
Trabajo donde me gusta,
escribo cuando me apetece,
corro maratones cuando
me persigue mi suegra
y ya adelgazaré cuando me muera.
Mi única meta en la vida
es la de disfrutar del camino
sin que el pistoletazo de salida
me deje sordo.