El Bálsamo Silencioso
Cuando el mundo parece frío y hostil,
y un nudo en la garganta sofoca la voz,
llega un refugio, sencillo y sutil,
que apacigua la pena y renueva la luz.
Un abrazo es casa en medio del camino,
fuego pequeño que derrite el hielo,
abrazo amado, gesto tan divino
que convierte el dolor en nuevo cielo.
Dos brazos que cercan con suave firmeza,
un lazo de ternura, sin necesidad de hablar,
disipan la sombra de cualquier tristeza
y enseñan al espíritu a volver a soñar.
Es lenguaje sin letras, profundo y sincero,
que el corazón comprende en cualquier rincón,
un puente entre almas que borra el sendero
de soledad, rencores y amarga decepción.
Cura las heridas que el odio ha marcado,
desata los nudos del viejo resentir,
calma el cansancio del alma agobiada
y vuelve posible el querer compartir.
En su breve instante, eterno y sagrado,
las defensas caen, el miedo se va,
dos pechos se unen, el amor ha llegado,
y un suspiro de paz al mundo se da.
No es \"adiós\" ni \"perdón\", ni \"te extraño\" o \"ayuda\",
es más que palabras, es sentir sin temor;
es fuerza que nace, que nunca se agota,
es cobijo seguro, es puro calor.
Recompone pedazos del alma quebrantada
por despedidas duras o sueños rotos,
es melodía dulce, esperanza cantada
que devuelve la calma entre los escombros.
Es antídoto fuerte contra el desamparo,
contra el frío invierno que anida en el ser;
es brisa de vida, es dulce reparo,
que nos hace más fuertes para poder vencer.
Anhelo profundo que el cuerpo reclama,
necesidad pura que el espíritu pide;
no hay tesoro más rico, ni más dulce llama
que ese gesto amoroso que todo lo mide.
Alma compañera, faro de mi existir,
recibe este abrazo, mi más pura verdad,
que busca en tu esencia el modo de ir
para calmar tu frialdad con leal bondad.
Que mi cercanía ahuyente tu hielo,
que mi pecho sea tu fuerte sostén,
ofrezco mi amor, sincero y sin velo,
pleno y eterno, solo para ti también.
Flores de cariño y bendiciones puras
viajan con este abrazo, fuerte y verdadero,
cargado de emociones, de luces seguras,
para ti, mi amada, mi sueño entero.
¡Receta del alma, poción milagrosa,
que médicos sabios deberían dar!
Elixir que sana, fuerza bondadosa,
¡El abrazo que cura sin necesidad de hablar!
—Luis Barreda/LAB