En memoria de Hildegard Czemper (Rafael Llopis)
Fueron días intensos.
En aquellos últimos paseos, siempre cogidos de la mano,
ella se despedía, con su eterna sonrisa, de la vida
y de sus pequeñas cosas.
La memoria del camino aún me devuelve sus inolvidables gestos de paz y de dulzura.
Esas pequeñas cosas
que tanto enriquecieron el transcurrir de su día a día,
ahora, sin apenas pretenderlo, enriquecen mi vida.
Hoy hace mucho frío y llovizna. Amanece.
Piando, entre las ramas del membrillo sin hojas del jardín,
Tus pájaros te recuerdan, me esperan y reclaman confiados tu regalo.
Mientras tanto, el rosal que tanto protegiste,
lucha y se niega a dejar de ofrecerte su intenso y rojo tributo.
Mi \"niña\", yo velo y velaré tu recuerdo y tu sueño
hasta que de nuevo nos juntemos
en la memoria de los que siempre nos quisieron.
Duerme en paz, \"mi niña\", duerme...
Y cuando el tiempo ya no exista
y el pasado y el presente y el futuro
no sean más que meros accidentes metafísicos,
tu y yo seguiremos juntos, paseando,
allí donde se refugian los deseos no cumplidos:
en el eterno cielo del olvido.