Presiento ahora
con mis nervios sueltos
que lo anterior volvióse posterior,
lo propio ajeno
y lo turbio prístino.
Y hoy, desde hace años,
el futuro es espejismo
de recuerdos vivos
atravesando como balas ciegas
mi edad mediana y las paredes muertas.
Me late y pulsa
el instintivo anhelo
que devoró mis años de impudicia,
yo que fui púber,
adolecía luego
de una juventud avejentada.
Ahora, un adulto de ventaja incierta,
voy de la mano de mi desconfianza
por los corredores
hacía la última puerta.
Contradictoria es esta marcha en vuelta
y son idénticos fin y principio,
parto y partida, cuna y mortaja,
pero el camino sí -y así es el destino-
es un azaroso laberinto.