La mañana transforma las palabras,
son un rocío delicado y quebradizo,
es por su manto grisáceo,
por el frío de su ocaso.
El sol también cambia,
es el testigo de toda metamorfosis,
algunas veces irradia,
otras se rompe…
solamente un niño ingenuo se atrevería a odiarle.
El mayor cambio es propio,
todo lo que hay que obviar,
solo para seguir siendo igual,
y dejar que lo más simple; sea lo más hermoso.