Siguiendo la veleta del cliente
al ritmo de una brújula sin norte,
con tino, siempre acierta a estar pendiente
por don, el camarero, con soporte.
Y en este laberinto, en el que gira
el ser que pareciera infatigable,
callado, por momentos, él respira
el soplo de una pausa indetectable.
Pues surca la vorágine en que vive,
en vista de los gajes de su oficio,
y el mínimo error que no se olvide
añade a su trayecto sacrificio.
Un \"gracias\" o un \"tranquilo\" en nuestro mano
será viento a favor para este humano