Año 2026.
Primer día de gastronomía en el bachillerato. Todos estaban nerviosos… menos Dani. Con mirada seria y paso tranquilo, se presentó:
—Soy poeta, filósofo, y sé un poco de todo.
Con los meses, se fue destacando en la cocina. Un día, mientras preparaba una receta, alguien lo abrazó por detrás y le tapó los ojos.
—¿Sabés quién soy? —le preguntaron.
No lo reconocía… hasta que se dio cuenta: era una amiga con la que había compartido momentos importantes, y que ahora estaba de vuelta.
Días después lo invitaron a unos 15. Dani fue, entre nervios y sospechas. Algo le decía que alguien lo miraba diferente. Esa noche habló frente a todos:
—Soy alguien que vive para escribir, sentir y aprender.
Cuando le preguntaron si le gustaba alguien, dudó. Pero una chica no le quitaba los ojos de encima. ¿Sería ella?
Pasaron los días y esa misma amiga lo invitó a su casa. Todo parecía normal… hasta que se apagaron las luces.
—Tapate los ojos —le dijo ella.
Cuando los abrió, vio una sorpresa preparada solo para él:
“Me gustás desde hace tiempo”.
Dani, con el corazón latiendo fuerte, apenas reaccionaba… y justo cayó un mensaje en el grupo:
“No hay clases mañana.” ¡Todos festejaron!
Pasaron la tarde juntos, charlando, riendo y jugando. Dani, fiel a su estilo, hizo de las suyas… hasta que un vaso le cayó en la cabeza. ¡Qué final para un día perfecto!
Así comenzó todo lo bueno para Dani:
entre sabores, emociones y una historia inesperada que apenas comienza.