La oración es un mensaje a Dios
que, con suerte, contesta.
Somos un breve acto teatral
y el mundo, su diminuto escenario:
el sol es solo un pequeño foco,
y el telón se cierra
cuando la noche quiere imitar
el cuerpo del Universo.
Todo es actuación.
Cada palabra, cada gesto,
fue pensado.
Incluso el pensamiento
es un actor obediente.
La muerte,
única sin libreto,
camina fuera de escena,
y el ex amor de una dama
fue una improvisación fuera del guion.
Nada tiene sentido.
Las inepcias,
el sinsentido de la astronomía,
lo inexplicable,
son los errores del guion.
Donde Dios borró,
el humano busca su letra.
Somos un poema mal escrito de Dios,
como si nos hubiera garabateado con prisa.
Nos amamos,
nos matamos,
perdonamos,
condenamos.
Humanos que no se ven
tras líneas imaginarias llamadas fronteras.
Desorden político.
El hambre de su gente.
El llanto enfermo de un menor.
¿Por qué Dios nos escribió así?
¿Por qué se violenta la cultura?
Los gangosos se hacen cantantes.
Los deshonestos, presidentes.
Y la vida baja el telón
como si el final
fuera solo otro comienzo.
Hijos matando a sus padres,
pero en metas,
en sueños,
en grandeza.
El hijo que debe de poner un ladrillo más a su imperio a comparación al imperio que hizo el padre.
Así se cierra mi telón.
No olvides:
todo fue actuación.