Antonio Miguel Reyes

La justicia (Soneto)

 

La justicia (Soneto)

 

Me vendaron los ojos por decoro,

pero después vendí mi voz al mando;

callé verdades, fingí estar juzgando,

y fui silente cómplice del oro.

 

Al pueblo lo miré con falso lloro,

firmé perdones sin temblar la mano;

si alguien gritó, cambié su grito en vano

por leyes dulces, con sabor a cloro.

 

A veces lloro, sí, pero en mi celda,

pues fui señora sí, hoy soy la sirvienta;

el mármol se hizo cárcel y frontera.

 

¿Justicia soy? Quizás fui esa leyenda,

pero he caído: ya no queda estrella

que no esté al fin comprada por cualquiera.