Entre el silencio y el latido
¿Alguna vez has acariciado el alma de alguien con tan sólo una mirada?
¿Alguna vez has sentido el calor de un beso tierno aún en la distancia?
Dime,¿qué se siente?
¿Tiembla el pecho?
¿Se quiebra el silencio?
¿Se suspenden los relojes mientras respiras su nombre?
Dime, ¿acaso el tiempo se vuelve un susurro cuando el alma reconoce a su reflejo?
¿Se enciende la piel sin que la toquen,
como si el recuerdo acariciara
con manos hechas de luz?
Yo también he mirado así,
he sentido ese fuego manso
que arde sin destruir,
que permanece sin exigencia.
Cuéntame,
¿has llorado de amor sin tristeza,
solo porque el corazón no cabía en su latido?
He llorado, sí, con la sonrisa temblando entre los labios, porque hay miradas que abrazan más allá de la carne,
más allá del tiempo.
Hay besos que no tocan la piel,
pero se quedan latiendo
como promesas dormidas en la memoria.
Y entonces el alma se estremece,
como si al fin recordara
de dónde viene
y a quién pertenece.
Dime,
¿has sentido esa calma ardiente?
Esa paz que no grita,
pero lo dice todo.
¿Has amado así?
Con la certeza de que aún si no se rozan los cuerpos, dos almas ya se han entrelazado como raíces en la lluvia.
Entonces lo sabes...
sabes lo que es amar sin tocar,
sentir sin tener,
vivir en el alma del otro
como si fuera un hogar invisible.
Y no duele, no…
solo conmueve.
Porque en ese instante eterno,
aunque todo calle,
el universo habla.
Y tú y yo —sin decirlo—
lo entendemos.
Todos los derechos reservados de autor
Elizabeth Alejandra Castillo Martínez
Liaazhny
Oaxaca México
Julio 03,2025.