Pobres pensamientos, que mueren conmigo,
mortal con ínfulas de eternidad.
Pretenciosa vanidad,
y total para qué?
para ser polvo.
Polvo enamorado,
de mis propios sueños,
como poeta romántico,
fuera de mi propio tiempo.
Demasiado amor propio,
quiero congelar todo,
preservaré todo,
todo lo valioso,
Dejaré, que me pudra,
pero congelaré mis palabras,
quiero criogenizar mis pensamientos.
Demasiado enamorado de mí mismo,
para no pensar en salvar lo mejor,
lo mejor, esos pensamientos.
Prosas en versos,
de aire.
Seré sacerdote,
y me sacrificaré por el Arte,
criogenizaré mi alma en poemas.
Escribiré incasable, mientras aún respire.
Haré alquimia y conservaré mi vida,
en esas palabras filosóficas,
conservas de poemas,
crónicas de vida,
de mi vida.
Seré un enfermo,
enfermo crónico de vivir,
hasta que llegue el final a todo.
Soy un criogénico crónico de la eternidad,
esa eternidad que no existe en la tierra, ni es posible.
Clonaré mis poemas en ti,
serás un clon de mis palabras,
te absorberán y revivirán al leerlos.
Palabras de un corazón frío cuando vivía.
Palabras en las redes, en libros, en diarios, en papel,
para flotar más allá de la muerte de un alma congelada.
Crónicas de alguien odiado y venerado cuando vivía,
alguien que no dejó indiferente por dónde pasó,
que se amó tanto que criogenizó sus poemas,
para ser olvidado, sin ningún remedio.
Nadie puede vencer a la muerte,
pero siempre queda ilusión
de donar algo valioso,
regalo envenenado,
para ser leído,
me disfruten,
o, me odien.
Criogénico,
crónico
de vivir,
quizás,
tal vez,
puede
ser.