Eres un canto tallado en la altura,
Ecuador, patria mía de luz y ternura.
Montañas eternas al cielo se alzan,
y nevados que el sol con orgullo abraza.
Tus Andes vigilan con fuerza y con calma,
son columnas del mundo, refugio del alma.
Desde el Cotopaxi al Chimborazo altivo,
late la tierra con pulso vivo.
Bajo tus cielos, la vida florece,
en cada rincón, la magia aparece.
Selvas profundas, verdes sin fin,
cantan los ríos su canto sutil.
Cascadas que bajan del cielo encantado,
beben los sueños del bosque dorado.
Y en cada gota, un reflejo se esconde
del edén que en tu seno responde.
Tus playas son versos al mar infinito,
besan la arena, se visten de mito.
Y en cada ola que rompe la aurora,
se escribe la historia que el alma atesora.
Galápagos libres, testigos del tiempo,
pintan la ciencia con todo su ejemplo.
Y entre manglares, colibríes en vuelo
dibujan en danza retazos de cielo.
Tu gente, valiente, de manos callosas,
siembra esperanza, cosecha las rosas.
Sonrisa en el rostro, nobleza en la piel,
hacen de tu nombre bandera y laurel.
Oh, Ecuador, rincón bendecido,
eres poema que nunca ha sido escrito.
Eres canción de la tierra y del viento,
eres amor, eres luz, eres tiempo.