JUSTO ALDÚ

SÁTIRA AL DECÁLOGO DEL DICTADOR DE JUSTO ALDÚ (en décimas)

No. 1 TODO ES MÍO.

Él, que decía: ¡Eso es mío!

aunque fuera tu estornudo,

y si el pueblo, terco y rudo,

protestaba, era baldío.

Se creía en su albedrío

el destino en su carrera,

un bebé con mamadera,

con poderes de embeleso,

que exigía, sin receso,

hasta el aire que uno espera.

 

No. 2 EL QUE NO APLAUDE, NO ALMUERZA

El aplauso era alimento

que le servía en cada acto;

si no aplaudías al tacto,

te quitaban el sustento.

Era un show sin fundamento,

pero exigía ovación,

como un dios sin redención

que, entre el humo y la apariencia,

firmaba la penitencia

con sonrisa de cartón.

 

No. 3 SI PIERDO, REINICIO EL JUEGO

Nunca quiso ser vencido

ni en damas ni en democracia;

si la sombra de desgracia

lo alcanzaba, había un ruido:

apagones sin sentido,

votos recontados luego...

¡Mil veces él cambió el juego,

como niño caprichoso

que, ante un fallo vergonzoso,

volcaba todo el talego!

 

No. 4 SI ME GANAN,  ACUSO DE TRAMPA

Cuando el pueblo lo vencía

en debates o en la calle,

él gritaba: ¡Fue un detalle!

¡y me hicieron brujería!

Y su excusa parecía

el berrinche de un infante

que, al perder contra un gigante,

rompe en rabia el mismo juego,

poniendo cara de apego:

¡yo era rey hace un instante!

 

No. 5 NO EXISTEN LAS LÁGRIMAS (solo agua subversiva)

Él prohibió llorar el día

el tirano de las penas,

y las lágrimas ajenas

fueron causa de osadía.

Su ley, sin alma ni guía,

castigó la compasión,

y al gesto del corazón

le dictó decreto frío:

que el sentir es desvarío,

y atentado a la nación.

 

No. 6 LA JUSTICIA SOY YO (con disfraz de juez)

Se vistió de magistrado,

se puso peluca y toga,

aunque hablaba como a boga,

su juicio era mal armado.

Quien caía señalado

ya sabía su condena:

sin defensa ni cadena

de equidad en su proceso,

la justicia era un suceso

de trapo y alma sin pena.

 

No.7 LA PRENSA, MI TÍTERE; EL TUITERO, MI OGRO

Les montó luces y focos,

decoró su noticiero,

y censuró a ese tuitero

que escribía con sofocos.

Las verdades, como focos,

golpeaban su mentira,

y al ver la caricatura

temblaba su vanidad,

daño hacía la verdad

si venía con dulzura.

 

No. 8 LA HISTORIA COMIENZA EN MI OMBLIGO

Y no existió antes su aliento,

ni héroes ni independencia;

la historia, por su presencia,

cambió de rumbo y de intento.

El pasado era un invento

si faltaba su apellido,

y lo borró del sentido

de los libros y canciones;

¡ni los próceres varones

escaparon del olvido!

 

No. 9 DIOS ME LLAMA TODAS LAS NOCHES

(No le contesto y lo dejo en visto)

 

¡Qué divina su ignorancia!

Se creía tan llamado

que del cielo le han hablado

¡No responde, qué arrogancia!

Confundía la prestancia

con delirio de grandeza;

si Dios bajaba a la mesa,

él decía: ¡Ya te leo!,

y mandaba a algún ateo

a orar por su realeza.

 

No. 10. SI ALGUIEN TIENE MÁS BRILLO QUE YO,

LE APAGO LA LUZ

Fue verdugo de talentos,

asesino de destellos;

envidiaba a los más bellos,

poseído por tormentos.

Los genios y pensamientos,

los artistas, los valientes,

eran todos delincuentes

si brillaban a su lado,

pues ese niño malcriado

los maldecía entre dientes.

 

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