Bienaventurado será
Bienaventurado será
quien encuentre lo que he perdido
y devuelva a mis días
su brillo dormido.
Le entregaré mi alma
sin preguntas, sin promesas;
le abriré de par en par
las puertas de esta fiesta sombría,
donde el retumbo baila solo
y las flores se marchitaron sin ser vistas.
Tras muros de piedra,
prisionera estoy,
cautiva en un castillo
que el tiempo ha desgastado,
donde las ventanas se asoman
a paisajes que ya no existen.
Si alguien halla mi tesoro,
poseerá mi alma entera,
como un misterio que despierta
en la profundidad del océano,
cuando una perla olvidada
vuelve a ver la luz
tras siglos de silencio.
Pero si el polvo del tiempo
sepulta su hallazgo,
que el viento esparza mi nombre
como un susurro olvidado,
como un sueño que nadie
logró recordar,
como un verso sin lector
que aún vibra en la página.
Hay tesoros que buscamos en la distancia,
sin saber que están cerca.
— L.T.