Jorge Aguilera

SOLO YO SÉ MI PENA

Solo yo sé mi pena

Por Jorge Aguilera

 

El reflejo pisoteado se desplaza en un remolino adentro de una lavadora, salpicando agua y jabón en las únicas prendas que tiene en la vida. En un banco de madera, en la sala de una lavandería, se ve desplomado, sollozando en su gran tristeza, con la espalda doblada por toda la carga y el estrés que lleva encima. Su reflejo es también la muestra del abandono de la felicidad que en su tiempo caminaban de la mano sonriéndole al extraño. Hoy, dentro de la máquina, un zumbido profundo e irregular. El tambor metálico es parecido al de su estómago por no tener algún bocado fijo durante el día. En su boca arrojan calcetines sueltos, sucios, camisas viejas, extremidades invisibles, porque el mismo se ahoga dentro de la lavadora en su mente traumatizada. De frente a su reflejo se mira el mismo: Nunca había visto a un hombre desmoronarse tan completamente, como si una enorme grieta le hubiera abierto la cremallera de la vida. Y en su vacío se escuchan plegarias, monedas caídas y una esperanza al borde del colapso. El ventilador del techo corta la luz sobre su rostro lentamente, dándole miserias de frescura. Pero el viento también cuesta y el corazón pide respirar con el afán de ser feliz otra vez. Más tarde, llenando una bolsa de ropa caliente por tramos irregulares. Recuerda la voz áspera de su madre que decía: Juntos comeremos de este plato, porque lo mío es también tuyo. Y tú eres todo mi amor. Nuestra última comida juntos. Siempre me pregunto si alguna vez me perdonaría por todas mis malas acciones. ¡Con qué lentitud se quitó las gafas y lloró por su madre!

 

Libro de poemas de amor y vida, Capítulo 80