Monté mi caballo al filo de aurora,
con tu pañuelo al cuello por destino,
y el mundo, por amarte, se hizo camino
que cruza sol y sombra a toda hora.
No hay lanza que no venza mi fervora,
ni yermo que detenga mi camino,
pues tu mirar me es guía y desatino,
mi causa justa, mi canción sonora.
Por ti deshice agravios y quebrantos,
por ti, vencí dragones y memoria,
y en cada herida, hallé tu luz en cantos.
Mas si al final no alcanzo tu victoria,
básteme el verte en sueños dulces tantos:
¡mi guerra fue por ti... y esa es mi gloria!