Aniversario
Vigésimotercer aniversario
de vida, y esta vid, con alma escribe.
Con gloria y entusiasmo pues recibe
las fechas que ha marcado el calendario.
Tracé a los diecisiete el primer verso
y hoy tengo, setecientos dos poemas.
He sido un ajedrez de estratagemas
con todo el devenir de lo disperso.
Yo soy el portador del verso entero;
por eso no hago tirrias ni ludibrio,
tan solo me acomodo al equilibrio,
de ser, soñador y misionero.
El día en que empecé, toda la jarcha,
salió por los caminos de la sierra,
temblando en su interior hasta la tierra,
que puso, cada idea en plena marcha.
Pasé los vendavales de la muerte,
y siempre, estuve firme como ahora:
escarnios, acrimonias, befa, otrora,
a veces, deferencia del más fuerte.
Y sé, la vida es poca, y es mejor
seguir con el placer que da la misma;
y porque cada prángana es marisma,
se vuelve justiciera entre el amor.
Blasfema en el resquicio el homicida,
y el juez, con su dictamen, causa duda.
La ley, al ser tan ciega es tan desnuda,
que vaga en los vagones de la vida.
La ciénaga mi paso ha acribillado,
y en ella, dejé impreso el accesorio:
las huellas del supremo territorio,
que el cielo, las esculpe sobre un dado.
Los años pintan hilos que son bojes
y reina entre las horas la señal,
que pueblan, como paso al tremedal,
las zurbas en los bosques de relojes.
Los códigos son parte del kernel,
y entre ellos, se concentra la informática.
La vida como núcleo es matemática
y parte literaria en el papel.
Celebro la experiencia y pues, celebro
el Don que se me ha dado con dulzura,
y escribo como el águila en la altura:
escucha y vitamina tu cerebro.
Vigésimotercer día de fiesta,
sumando dos novelas y ensayos;
en sí, la vida en letras, sin desmayos,
del hombre, que de Achuapa es la propuesta.
Samuel Dixon