Odio tener que llorar cuando las cosas
no marchan como yo esperaba;
trato de ser una mujer de fe;
pero por más que desgasto mis labios
en oraciones interminables, nada sucede;
mi corazón se retuerce, y por más
que no quiero compararme con nadie,
veo a los impíos tener éxito aun haciendo
daño a los demás, sin ningún remordimiento.
A cada insulto, a cada provocación,
a cada desprecio, a cada molestia
de ruidos estridentes y acciones
intolerantes; mi espíritu se entristece…
y quisiera responder a sus groserías,
pagarles con la misma moneda…
pero el amor no me deja, mi conciencia
responde en mis adentros “ya pasará,
y ellos recibirán lo que se merecen”...
y me refugio en palabras que a veces
suenan huecas y sin ningún sentido;
trato de meditar y restarle importancia,
pero mi interior se vuelve un torbellino...
y comienza a causar estragos con dolores
que taladran mi cabeza, no tengo ganas
de hacer nada, las fuerzas me abandonan.
He tratado de buscar remedios terrenales.
artilugios espirituales; pero todo es en vano...
la situación no cambia... ahora entiendo
porque hay tanta gente llena de amargura;
muchas veces las circunstancias los arrastran,
los infortunios los ahogan y los desfallecen.
Y yo… yo ya no sé qué hacer…solo me resta
esperar… esperar a que el karma llegue
y las cosas cambien... o marchitarme
en este hastío hasta que llegue la muerte…