Jamás me diluí en primaveras
donde se amarran flores
y se marchitan presas.
Amante de horizontes sin sobras,
yo juego con la tormenta...
¡Remolinos de arcilla!
¡jaurías que aprietan!
sólo soy átomo de polvo
que engendra la tierra.
Si a tu voz que llama
cual tremenda ventolera,
me nacen los claveles
¡Martillo y sentencia!.
Si a tu mano mi piel,
¡pergamino de seda!.
Yo soy de tu sed
el agua pura y fresca.
No quieras entender
de vientos y mareas,
la luna nace donde siempre
y nunca se queda...
Pero vuelve al poniente
aunque la noche no quiera.
Pero vuelve y brilla
alta y serena,
pero vuelve y brilla
!de orbe perfecta¡
¿Pero quien soy yo?
sí e
s de Dios, ¡Sentencia!...