pasaba

Oro y sombra de los trigos

En el jardín de mi alma, dos soles se disputan el cielo.

Uno, amarillo y radiante, ilumina los campos de trigo,

donde las espigas danzan al viento, como doncellas en un ballet.

El otro, negro y sombrío, proyecta su sombra sobre el mar,

donde las olas se revuelven, como un animal herido que se debate.

 

Pero a estos constrastes  acostumbradas están las tierra

a la luz y la sombra que se disputan mi corazón.

Todo saldrá bien, me digo, mientras recojo la vida

con las manos, como una cosechadora que recoge los frutos de la tierra.

 

El sol negro me envuelve en su oscuridad,

pero no me ciega, porque conozco sus secretos.

El sol amarillo me ilumina el camino,

y me muestra la belleza que se esconde en cada rincón.

 

En este juego de luces y sombras, encuentro mi fuerza,

mi capacidad para enfrentar la vida con coraje y determinación.

Todo saldrá bien, repito, mientras me dejo llevar

por la corriente de la existencia, como una hoja que flota en el río.

P Sabag