COMERCIANTE OCUPADO
Con manos curtidas y paso sereno,
el siervo trabaja en silencio y sin freno.
No alardea en plazas ni busca el favor,
pues sabe que observa su justo Señor.
En su mesa hay trigo, también oración,
mezclados en fe con consagración.
Sus tratos son limpios, su hablar es verdad,
refleja en negocios la eternidad.
No envidia al perezoso ni teme al afán,
pues Dios es su guía y su fiel capitán.
“Trabaja en lo tuyo”, fue el fiel mandato,
y así va obrando, paso a paso.
A los de afuera les muestra honor,
con obras que brillan con santo valor.
No debe a nadie, no pide de más,
porque el Altísimo a diario le da.
Así es el comerciante ocupado,
firme, discreto, por Dios respaldado.
Su labor no es vana ni su meta mundana,
es siervo del Reino en toda su jornada.
Roberto D. Yoro
Olanchito, Yoro, Honduras C.A.