En lejano recuerdo de dolor,
esa noche de vientres expandidos,
llantos orquestados, niños hermanos,
concierto nocturno, de llanto agudo.
El paladar, pide satisfacerse,
la bolsa receptora lo decide.
Enorme ovalada la fruta verde,
con rojo interior y semillas negras.
De noche, no se come la sandía
fue la sentencia de la madre mía;
ante la insistencia de los hermanos,
vieron la luz, las rojas rebanadas.
Más pasado un tiempo, todo empezó,
vómito y dolor; saliva en la panza,
las manos de mi padre sin tardanza,
frotó mi panza; el sueño regresó.
Todos los derechos reservados ©
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
13/Junio/2025