Toda la vida llega,
como llega la luna al mar,
aunque no se toquen,
aunque parezca que se alejan.
Llega suave,
como un suspiro que te encuentra dormido
y acaricia lo que ya dabas por perdido.
Llega.
Y no pregunta si estás listo.
Se aparece, de repente,
con ojos que brillan como promesas,
con voces que curan heridas antiguas,
con caminos que no imaginabas.
Toda la vida llega,
cuando sueltas el miedo,
cuando entiendes que el dolor
también es una forma de nacer.
Y te trae risas que no sabías que te faltaban,
manos que no temen quedarse,
hogares que no son paredes
sino miradas.
Llega.
Con la ternura de lo simple,
con la fuerza de lo verdadero,
con la paz que solo conocen
los que han llorado bajo estrellas.
Porque nada que sea tuyo se pierde.
Ni el amor, ni los sueños, ni el destino.
Solo esperan,
en silencio,
a que estés listo para recibirlos.
Toda la vida llega…
cuando te abrazas sin miedo,
y decides, por fin, vivirla.