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Los olivos en San Mateo

Los campos de olivos de San Mateo se abren y se cierran como las puertas del cielo San Pedro .

San Mateo de paisaje ascético,  milenariamente estático, con sus   olivos entre campos de trigos segados, poseen  la semilla de  la leyenda del tiempo. Sus raíces como el agua de los ríos, no han  descansado un  solo día en  esa tierra durante más de 1000 años, y  aún así no han terminado de dar alegrías y trabajos a estos pobres hombres,  que han abonado esas tierras con sus pestes, hambres, guerras; yendo y viniendo de la cuna a la muerte entre afanes, desdichas, y breves alegrías, que duran lo que el vuelo de un avestruz. Sus pobres dueños han aguantado esta vida menos que un suspiro en la existencia  de los olivos de San Mateo, y ahora son esclavos de la muerte.

¿ Alguna de aquellas gentes, hoy   irrelevantes en el mundo, queda en vuestro recuerdo de olivos? 

Quizás pudierais  vosotros,  únicos testigos con vida de los siglos, existencias  inmortales,   contarnos de aquellos hombres talados por el tiempos, encerrados para siempre en la nada,  si fuera tan claro como los días de veranos de San Mateo , esos   gritos del silencio , esas voces incomprensibles del olivar, susurro del viento, que nos sobrecoge  el alma  entre esas  formas oscuras, tortuosas y retorcidas de sus troncos.  Movimiento encadenado, Laocoontes de Atenedoros, en suplicio sin redención.

 Cristos tallados con sierras y hachas durante más mil años,  la presencia del tiempo allí queda  encadenada como Prometeo en el Cáucaso.

Al regresar de nuestro paseo, cargamos el alma en paz tras visitar  los olivos de san mateo.

Ángel Blasco