Tú eres la pausa del mundo,
la calma que llega
cuando el ruido ya me ha roto.
Eres esa flor que no grita,
pero florece en mi pecho
como si supiera
que mi jardín la estaba esperando.
No te amo con fuegos artificiales,
te amo con silencios largos,
con miradas que dicen lo que el alma calla,
con la certeza
de que en ti
hay algo sagrado.
Te amo como el mar ama a la luna:
aunque no pueda tocarla,
la sigue todas las noches.
Y si algún día la vida decide
llevarnos por caminos distintos,
te llevaré conmigo
en la forma en que el viento
se queda en los árboles
incluso cuando ya no sopla.
Porque tú no fuiste una historia,
fuiste el poema
que siempre supe
pero nunca había escrito.