• Poemas del ㄥobo •

El descenso del guerrero


Descendí con mi armadura herrumbrosa,
cuerpo de acero, alma temblorosa,
con el pecho blindado… de razones,
y el miedo cosido entre oraciones.

Bajé por las grietas de la memoria,
donde los ecos devoran las victorias,
donde las sombras tienen voz y nombre
y no hay verdades que no me asombren.

Las tinieblas alzaron su estandarte,
me rasgaron la carne parte a parte;
yo, como guerrero forjado en el desvelo,
con mi espada templada, en propio duelo.

Luché sin saber lo que defendía,
sin saber si era de noche o de día;
golpe a golpe, lento me fui venciendo…
y al sangrar, me fui reconociendo.

De las grietas volví, casi sin rostro,
sin coraza, sin nombre, aquel agosto.
Pero un fuego distinto me envolvía:
ya no era furia… era sabiduría.

Ya no soy de acero ni de escudos,
solo piel que siente, bosque desnudo,
y en mis ojos, que antes fueron precipicio,
ahora vive un lobo, sin miedo al sacrificio.

Ahora vago sin prisas, sin frontera,
con la sombra a mi lado… compañera.
El lobo me habita, guía mi existencia,
me observa sereno, es mi conciencia.

Y si la noche oscura me ve cruzar,
aúlla conmigo sin preguntar,
pues sabe que fui a lo más profundo…
y regresé distinto… pero rotundo.