Que no te amo, dices?
Conozco el roce de tus dedos
y su intención específica...
en mi espalda, en mi cabello,
pero sobre todo en mis ojos
cuando los muestras diciendo alto
o con un giro que me dice: Vete.
Así que no temas meter toda la mano,
mi costado está presto a recibirla.
Me encanta que compruebes
que no estoy vacío y que hay algo
palpitando bajo la superficie
pugnando por salir al sacrificio.
Luego no digas que no te mostré
de una manera explícita lo que
mis pobres labios abatidos
se callaron con sus besos tímidos,
pudorosos, limpios como lirios,
adoradores del humo, de la niebla,
del viento y del vacío: Tú misma.