Se vomitaron traiciones
por lenguas, que deseosas
intentaban descifrar
el don que tiene el poeta,
desmigajaron sus prosas
hicieron trozos, sus estrofas
rompiendo así, sus renglones.
Quisieron hacerle ver
que escribir, no se soporta
si se escribe sin saber
o a esa ley obedecer
con su métrica y sus normas,
intentaron convencer
siendo reyes, sin corona.
Se escupieron en la mesa
palabras, sin entender
que poesía también es
transmitir cuando se lee,
o lo que siente el poeta
que en la magia de las letras,
no hay razón para saber.
Y negaron el talento
de escribir a su manera,
y envenenaron poemas
porque murieran sus versos,
vomitaron esas lenguas
tinta llena de veneno
porque callara, el poeta.
Pero nada consiguieron
esas lenguas traicioneras
pues la ley mas verdadera
está grabada con fuego,
que la ley del que es poeta
solo atiende a sentimientos
o a escribir, tal como quiera.
Se alteraron los maestros
al oír, tales palabras
y empuñaron sus armas
entre plumas y tinteros,
pero el poeta lo sabe
y lo sabe la poesía
que lo que dicen, no es cierto.
Entre vómitos de tinta
y entre leyes, sucumbieron
ante el poeta que escriba
poemas cual mandamientos,
la verdadera poesía
no se duda o se critica
pues se siente, muy adentro.
No hay motivo ni razón
ni ley, en este universo
que hagan callar al poeta,
las palabras son su voz
las rimas, forman su cuerpo
su vida la da a las letras,
su corazón.. son sus versos.