Cantaba el ruiseñor bajo tu nombre,
Y el eco en los jardines repetía
Tu risa, flor del alba que se envía
Al pecho de este amor que ya te asombre.
En cada luz mi pensamiento se hombre,
Y al verte, oh dulce estrella que me guía,
Se quiebra en mí la sombra, y se hacía
El mundo más amor y menos hombre.
Tu piel, mi religión; tu voz, mi canto;
Y en cada beso tuyo, el universo
Se vuelve cielo tibio y manso manto.
Por vos me vuelvo loco, errante verso,
Y si he de morir, que sea en tu llanto,
Trovando el alma mía en este verso.