Son las quince y quince,
es pronto para ...
Son las quince y dieciséis,
casi, y el estómago, cerrado
por vacaciones, gestiona a
ún la tostada previa; hace tiem
po que como como un bebe,
a demanda, según suene la no
ta pronunciada por un intestino
ya carente, ya vacío de vacuidad,
solo en su soledad deconstructivista.
Son y veintidos, y la realidad diges
tiva susodicha sigue con la espada
enhiesta, vigente como un Príapo
rijoso, eléctrico de pasión, y la vista,
peleando por no sucumbir, me da
la tregua suficiente para hilvanar aun
fuesen tres frases mal conexas —el en
foque y la presbicia, rehusando las ga
fas, resistiendo hasta la ceguera jaja—.
Y veinticinco, un dos de agosto, estío
soportable, y a mí, que si no siento
la endocrinia subir savia arriba no atien
do a razones, me apetece seguir teclean
do a la espera de un aviso gastro-intes
tinal.
Voy a parar y mirar un rato por la ven
tana, y recuperar el cristalino.