PÉSIMO
Pésimo día,
pésima idea pensar que iba a ser distinto.
Pésima la forma en que uno espera
que algo cambie…
solo porque se necesita.
Pésimo el silencio que no consuela,
la memoria que escoge lo que duele,
y esta costumbre de fingir
que todo sigue bien.
Pésimo todo lo que callé.
Y lo que dije también.
Pésimo cómo me escucho por dentro
cuando nadie más me habla.
Pero aquí estoy.
Y eso, aunque suene poco,
no es tan pésimo.
© Corazón Bardo