UN PÁRAMO, EL PENSAMIENTO
Bajo el chorro de luz de la única bombilla,
se ve a la pensadora sentada en la cocina
con los codos apoyados en la mesa,
mientras todos sus recuerdos se suceden, pasan rápidos
con forma de imágenes cotidianas.
Su capacidad de análisis parece crecer
en estas horas nocturnas,
pero se dice “para”, se contiene y decide
no analizar en última instancia sino mejor dejar que fluyan
las imágenes y que confluyan
superficiales, agudas o apenas entrevistas.
Podría llegar lejos hasta descubrir detalles
que pasaron desapercibidos
o desvelar algún secreto de importante naturaleza,
pero prefiere ser cauce
por donde discurren hechos y cosas,
no se plantea un objetivo a medio plazo sino que
el pensamiento pueda funcionar como
un páramo yermo y abierto
a todo tipo de lances y escaramuzas.
La pensadora intuye, explora, se exaspera,
podría alcanzar un punto de no retorno,
pero prefiere que pasen lentas las horas.
Gaspar Jover Polo