Madre ya voy.
Y tu imagen que veo tan constante...
solicita que añore la locura;
tu carita de madre me perdura
en mi tramo final a cada instante.
Ya no tengo mi fe tan arrogante...
ni me sirve el calor de la ternura;
sólo queda tu voz, que me murmura
entre sombras del pecho palpitante.
Me sostiene la luz de tu mirada,
imagino tus brazos bien abiertos
esperando mi vuelta deseada.
Madre sin ti, no fueron días ciertos
en las noches, sufrió mi alma penada
cuando llegue, seré vivo entre muertos.