Perdón por mi mirada,
por mi voz apenas resonando ahora.
Perdón por apagarte la luna,
y porque algunas veces mis besos saben a lejía...
Perdón en la madrugada,
por dejarme usar tu fosa entre las piernas,
y tanto veneno en la saliva,
perdón por ser demonio, animal y bestia...
Gracias por prestarme tu armadura,
por tu fidelidad eterna,
y alimentar la llama secreta de la vida,
puntualmente día a día...
Gracias por el sol que te brilla,
y por tu amor que me ofreces sin medida,
ayer, hoy y mañana...
¡Qué gran mujer para este idiota!