Me gustaría saber gritar,
saber perderme en la desesperación
que día a día evito,
perderme en la locura
de sentirme desdichada.
Gritar y clavar mis dientes en el mundo con mis palabras,
herir y destrozar, con todo mi ridículo dolor,
ridículo de tan desproporcionado, de tan exagerado,
de tan inapropiado.
Me gustaría saborear ese sentido,
que el corazón de todo desfalleciera
con mi ausencia, muriera un poco su alegría
no esta amargura,
de saberme sobrante.