Adoradom

De vagabundo a santo.

Una persona pobre,

Con ropas raídas,

Pero honesta,

En la calle pidiendo,

Para sobrevivir,

Despreciado por todos,

Que tan solo quería comer,

Si ese día no podía,

En el cinturón,

Otro agujero corría,

Rogando a dios,

Implorando ayuda,

Pero no aparecía,

Un día sin esperarlo,

Del cielo bajo un ángel,

Y próximo a él,

Se sentó,

Observándole,

Tocándole el hombro,

Se dio a conocer,

Informándole que dios le escucho,

Y a él le envió,

Para conceder sus ruegos,

El hombre no se creía,

Lo que ahora vivía,

Al mirar al rostro angelical,

Y a sus prominentes alas mágicas,

Comenzó a llorar,

Pensaba que todo tenía perdido,

Pero todo cambió,

El ángel,

De comer le dio,

Un hogar,

Y un trabajo,

Una segunda oportunidad recibió,

Ya limpio y aseado,

Y felizmente vestido,

El ángel le mostró,

Un contrato de trabajo,

Y que firmar tenía que hacer,

Con dios,

Explicándole su misión,

Su cargo era sacerdote,

Y su trabajo,

Buscar feligreses,

Mediante la palabra del señor,

Crear una iglesia,

Digna de nuestro señor,

Adecuada para su imagen,

Y semejanza,

Por la que extienda,

Las enseñanzas de la biblia,

Convencer a los que no creen,

Y a los que niegan,

Su existencia,

Con los años venideros,

Creo una iglesia,

En su honor,

Muchos feligreses gano,

Muchos años,

Fue un gran sacerdote,

De Roma lo llamarón,

Y ascendió con el tiempo,

A ocupar,

Cargo de Papa,

A su muerte,

Un haz de luz,

De su tumba,

Se genero,

Y el espíritu se apareció,

Antes de subir,

Postrándose ante todos,

Los bendijo,

Y les dijo,

Proclamad la palabra,

Y enseñanzas de nuestro señor,

No temed a la pobreza,

Y ayudar al necesitado,

Como a mí me ayudaron,

Los santiguo con la señal de la cruz,

Y su espíritu ascendió a los cielos,

Por ello lo nombraron santo,

Y milagros, aún muerto,

Continúo realizando,

Descansando está,

A la diestra del dios,

Nuestro señor,

Observándonos.