En la penumbra gris de aquella sala,
la espera se tornaba en sed de piel.
Sus pasos no eran de colegiala,
era algunos ayeres mayor que él.
El la miro en silencio sin preguntas,
con esa fé que borra todo temor.
Y ella ,segura, madura sin excusas,
le abrió la puerta a un rito de pasión.
Sus labios se buscaron sin prisa,
probando el vino dulce del querer.
Sus manos quitaron la camisa,
de un cuerpo ansioso por aprender.
El joven, asombrado de su guía,
la desnudó despacio, sin error,
cómo quien va arrancando la poesía,
de un amanecer y su resplandor.
Ella, maestra sabia del instinto,
gemía bajo la voz de la pasión,
Le enseñó que el placer es como vino tinto,
en cada sorbo aumenta la sensación.
La habitación se fundió en su goce,
la calle se volvió un mundo lejano.
Y cada caricia de dulce roce
grabada en tarde y temprano.
Al final, sin despedidas,ni cadenas,
salieron con el alma desvelada,
El, con fuego nuevo en sus venas,
Ella con otra historia...callada.
Águila Solitaria
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15/07/2025
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