Si miro sus pupilas
de dulce y tierno azul;
anhelo que sus ojos me regalen
del cielo su gran luz.
Su voz tan armoniosa
desgrana bello alud,
de tiernas sinfonías que parecen
de una chikara hindú.
Su piel morena y tersa
cual la seda de Ormuz,
abriga mis ensueños con la magia
de asombroso Gurú.
Semeja una princesa
de precioso glamour;
logrando que yo pierda por su encanto
el sentido común.
Y vivo cada día
con extrema inquietud,
de amarla con el alma eternamente
con fe y sin finitud.
Autor: Aníbal Rodríguez.