edgardo vilches

LA POESÍA Y LA MÁQUINA

Vengo saliendo de la caverna,
donde una esencia con sabor a tierra me define.
Transcurro en el tiempo y asumo lo que soy:
un aspirante a poeta,
sin talento doctrinario ni formación literaria.
Escribo con la sangre de mis venas,
recopilando signos que captan mis sentidos.

Tengo los verbos pendientes en la garganta
y un miedo por los cánones modernos, digitales, novedosos
que, revisados y ordenados por la máquina universal,
quieren minar mi poesía.

Siento que mis versos no están alineados
con la “preciosura” que me propone
en sus respuestas rápidas, coherentes, fluidas, geniales;
que las intenciones lógicas de aquellos algoritmos
no van bien con mi desorden gramatical,
que se traspone asumiendo
que mi corazón habita un lenguaje sombrío
con la manía de una poesía
que busca los verbos del submundo
para intentar reconocer el alma…

Muchas veces, mis versos son disparatados,
inentendibles cuestionamientos,
llenos de ripios,
sin la música adecuada;
y, en vez de clarificar imágenes,
manchan las distancias con incertidumbres.

Mi voz está marcada por el destino poético,
que aspira a llegar allí
donde los paisajes subsisten sin lógicas,
y sin los versos empaquetados
que corrige la inteligencia artificial…