¡Que nada de infinito,
laureados cristales, ni de puro!
¡Que lo que pinta un mito
se desvanece impuro,
su soberbia se estampa en este muro!
¡Qué ostenta la fortuna,
dulce néctar del tiempo degustado,
lo que mece la cuna
y florece a tu lado
en la pausa y la sombra... apasionado.