Pues ya ves…
Aquí estoy, de vuelta a tu merced una vez más… nadie pudo predecirlo
Después de tantas medidas de tiempo, no importa cual
Tantas escenas, actos u obras; todos los meses, semanas o años;
Cada minuto, día o segundo; no importa si prefieres contar las lunas;
No importa si prefieres llamarlo lustros o sexenios… o tal vez vidas.
Ciertamente hubo en el mundo vidas más cortas.
¡Da igual!
Que absurdo privarme de ti; negarte a mi ser despierto;
Amputarte del frágil entretejido de mi alma,
Desgastado ya por los años sin rumbo vividos en tu ausencia
… Abstinencia pura y malentendida, celebrada cual albor insolente.
Que inútil pretenderte recluida al olvido;
Repudiarte y esconderme de ti con el pretexto de una vida ocupada;
Que insulso esforzarse con tanto ahínco por cambiar el rumbo,
Si ambos sabemos que siempre vuelvo.
Como si acaso por abandonarte
Se apagase aquella melancolía que me brota del mediastino,
Con un fulgor negro tan puro que podria brillar por su cuenta.
Como si por irme de tu lado
Se borrase este vacío que se queja de cimiento;
Este que solo tú puedes llenar.
Aquel espacio informe que solo puede tener tu forma;
Ese delimitado abismo con sesgo de infinito que solo se rinde ante ti.
¡No!
Nada de eso fue posible aunque lo pretendiera.
Sin embargo, ahora que las pestañas se dicen adiós,
Ahora que la nieve se derrite para convertirse en rocío;
Ahora que regresa la luz a buscar lo que se robaron las tinieblas,
Por fin soy capaz de aceptar que me debo tu compañía… y vuelvo.