Como sierpe se escurre
bajo el manto de la sombra,
y con lengua bífida; habla.
Da señales inequívocas
pero el miedo, la inseguridad
y el silencio son sus cómplices.
Frente a la realidad percibida,
la perfidia de amor
hiende el abisal del alma.
Con esa herida emocional,
la demudada fidelidad
¡se quita la venda de los ojos!.
Cegada por la luz de la verdad
se confunde y abrumada
apela al amor propio.
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