el brujo de letziaga

Vida.

La muchacha que siempre me mira, 
se llama vida,
una femenina señorita...
En la ciudad de cemento ya se alza el día...

 

Un ruego, una súplica,
deseo tu aire limpio que a vivir me anima,
y a la libertad que vuela
con su presencia genuina hora tras hora...

 

De esta hora, a cualquier otra,
tengo luz y agua, mi constante alegría, más el clima,
y a mi pluma tocando su arpa,
mírame vida, para poder crecer en abundancia...

 

Tal como mi madre riqueza,
que extasiada no engaña con su hermosura,
te comparto mi entrega,
y mañana, quiera Dios, que vuelva otro día...