Casta

Se incendiñó

Parece como si el amor, en algunos casos,
tuviera permiso para doler
y aun así quedarse.

Se nos incendió la casa
y yo seguí poniendo flores en la ventana.
Me hiciste un lugar cómodo en tu caos.
Hiciste de caricias tu huracán.
Fui hasta vos y así fue como aprendí
esa tierna y violenta forma
de amar a pesar de las llamas.

Y yo,
que ya sabía el final,
igual me sentaba a la mesa,
como quien escucha la historia
que lo va a romper,
pero necesita oírla
una vez más.

Me arrinconé en el punto exacto
donde el cuerpo parece estar,
pero el alma ya empacó en silencio.

Ahí entendí que quedarme
también había sido una forma
de abandonarme.