Criatura Cósmica
Tu esencia brota de hornos olvidados,
fuego ancestral que forjó lo existente.
En cada poro llevas firmamento,
trazos de astros que al morir donaron
metales nobles, sales, aire puro.
Nuestro ser es arcilla estelar, memoria
de explosiones gestando nuevos mundos.
Mira tu mano: ahí yacen secretos,
minúsculas partículas viajeras
que navegaron por oscuridad fría
hasta anidar en este cuerpo humano.
El mismo flujo que en nebulosas brilla
ahora corre por tus venas rojas,
río de vida con sabor a espacio.
Al inhalar, recoges universo:
viento que un día fue aliento de gigantes,
oxígeno creado en vientres ardientes
cuando galaxias jóvenes temblaban.
Ese gas vital que ahora te sostiene
fue joya escondida en centros estelares.
Tus ojos guardan fragmentos de nebulosa,
pupilas donde brillan soles lejanos.
Al contemplar la bóveda nocturna
buscas tu hogar entre luces antiguas,
ignorando que llevas dentro astros,
que tu carne es espejo del abismo.
Nuestro andar sobre suelo terrenal
es danza de materia transformada.
Rocas que sienten bajo pies descalzos
fueron magma en lunas desaparecidas.
El agua clara que bebes sediento
viajó en cometas por edades vastas.
Tiempo profundo late en tu pecho,
ritmo marcado por relojes cósmicos.
Aunque hoy habites forma perecedera,
eres semilla de futuros amaneceres.
Cuando este rostro se disuelva en tierra,
sus motas seguirán viaje eterno.
No temas a la noche sin estrellas:
llevas constelaciones en la médula.
Tu risa es eco de vientos solares,
tus pensamientos, chispas de supernovas.
Hasta el dolor que quiebra tu costado
es herencia de astros que colapsaron.
Eres canto del vacío hecho carne,
pregunta que el cosmos se formula.
Alza tu frente hacia cielos ajenos
sabiendo que toda luz te reconoce.
Aunque mañana todo termine aquí,
tu esencia sigue danzando en lo eterno.
Brilla con luz propia, viajero:
llevas mapas de galaxias en células.
Tu simple existir es milagro vivo,
testimonio de fuego convertido en verso.
Nada falta en tu frágil arquitectura,
todo el firmamento cabe en tu alma.
Cuando vuelvas al silencio primero,
tus elementos buscarán nuevos sueños.
Serán montañas en lunas extrañas,
lluvia dorada en planetas violetas,
o tal vez alas de seres futuros
que miren al cielo... y sientan tu memoria.
—Luis Barreda/LAB