El Cronista sin puerto

Y hoy la ví de nuevo.

Y hoy la vi de nuevo, tan serena,
cruzando la luz de una pantalla.
No tembló su voz, ni su mirada,
mientras yo fingía ser ajeno.

Me mordí los restos de un te quiero,
recordé el sabor de aquellas noches,
pero también vi, sin anestesia,
el filo cruel de tus reproches.

Pensé en el infierno de tus gestos,
en tus juegos, en tus indecisiones,
en cómo aprendí, tras tus traiciones,
a no buscar paz en cuerpos prestos.

No sabes el daño que dejaste,
ni el precio que tuvo perdonarte.
Y aunque aún duelas, ya no me matas:
me levanté de entre tus ruinas.

No me busques más, no vales tanto.
No regreses. Ya no te aguanto.