Soy un cautivo de tu capricho,
con tu mano adentro,
que me desviste por la noche el pecho,
hasta llegar a mi palo santo...
Con mi afán a destajo,
el latido se me hace cada vez más intenso,
y pierdo el respeto,
al vértice oculto de tu delta húmedo...
Así, sin recato,
perdóname este abuso de oficio,
cuerpo a cuerpo,
en tus deseos te coloco cada beso...
Y mi émbolo a gran ritmo,
campando a sus anchas en tu ruta de fuego,
saliendo y entrando,
con el ansia del alma que es el cuerpo...