Tan rápido pasa la vida,
plasmada con algarabía y llanto,
pues al no haberla valorado tanto,
me estoy muriendo de tristeza.
Al ver mi larga vida pasando por mi cabeza, siento un gran vacío, el cual me pesa,
y en mi longeva soledad,
casi sin poder moverme de una silla,
me hace pensar en cada cosa:
¿si tuviera hijos, su esposa,
que me pudieran cuidar?
Pues cuando era joven, no sabía amar,
me portaba mal con las que me amaban,
y las mandaba a volar.
No sabía la soledad que sentiría,
mala mía,
y yo que me reía
por las que sentían amor.
Y ahora estoy solo,
solo en mi lecho,
me doy golpes en el pecho
y me pongo a sollozar.
Ya ni fumar me hace olvidar
ese dolor de mi alma,
es en ese maldito encierro
y en mi olvido sepulcral.
Ahora la arena se volvió cal,
pues cuando uno envejece,
la primavera fallece
y el invierno ha de tornar.
Quisiera volver a ser un niño,
pues sería color de rosa,
podía ser cualquier cosa
y jugar sin parar.
Pero ahora no tengo a nadie,
ni siquiera una mísera planta,
solo un viejo radio que canta y canta,
que parece una chicharra.
Aunque esté cansado de él,
es mi único acompañante,
y con mi guitarra redoblante
me pongo a cantar un poco,
recordando mis días como militar.
Teníamos una banda
que mañana y tarde hacíamos parranda
hasta que el guayabo nos hacía parar.
Yo tocaba la guitarra por aburrimiento,
aunque después fui aprendiendo,
fui volviéndome experto
con lo que un amigo me fue enseñando.
Con mi duro esfuerzo,
fui ascendiendo de militar a comandante,
pero por un detonante,
casi me quedo sin caminar.
Y aunque caminar se me dificulta,
todavía puedo moverme,
¿pero es que me sirve si nadie quiere quererme
por mi vejez que no soporto
Ahora una enfermedad me saca comiendo,
¿pero a quién le importo?
Ojalá mi mamá hubiera cometido el aborto,
pues nunca me quiso,
ya que mi padrastro me detestaba
y la mantenía amedrentada,
y solo una mano le bastaba.
Cuando él llega del trabajo,
ella comía, le guardaba,
y si no le gustaba,
le pegaba y le pegaba.
Conmigo era lo mismo,
pues si con juguetes jugaba,
me agredía tanto
que hematomas me dejaban.
¿Quién lo diría
que solo me quedaría?
Y solo el tiempo sabe
lo que me pasaría.
Mi enfermedad es incurable
y hasta degenerativa,
y mi calidad de vida
se vuelve más negativa.
Con esta dura enfermedad
y este pésimo servicio,
¡Dios mío,
voy a tener un desquicio!
Ya me pusieron oxígeno,
de tantos cables parezco un buñuelo,
y si me van a enterrar,
que sea en la lápida junto a mi abuelo.
Tan rápido pasa la vida,
plasmada con algarabía y llanto,
en un hospital ando.
\"Virgencita, cúbreme con tu manto\"