Gerardo Barbera

ARROJADOS

 

I

Los rostros giran sin nombres, sin almas,

como ausencias delirantes que atormentan.

Aquí, algunos alumnos y profesores

parecen sombras errantes;

sin deseos de ser, sin anhelos, 

comen cualquier cosa; engordan,

estiran sus días, las horas, los minutos,

el ser arrojado a las orillas del caos,

sin razones, ni sentimientos,

miran el reloj, llegarán a sus casas,

abrirán las puertas,

mirarán la blancura del techo.

Mañana será lo mismo,

los zombis perdidos

en la oscuridad del silencio.